Herido Diario:
Hace un poco más de
cuatro años me enamore.
Me enamore del chico
malo, rudo, todo él decía a gritos ‘'soy amargo no te enamores’’, lo supe desde
el momento en que lo vi y no me daba miedo estar cerca de él porque sabía que
yo también era de esa manera, era la chica mala, sin sueños de encontrar amor,
distante y fría, no estaba rota porque no deje que mi relación pasada me
destrozara a tal punto, pero de cierta manera me había cambiado muchísimo la
forma de ver las cosas.
Cuando hablamos por
primera vez algo en él sabía que yo era perfecta para él y de otra manera y por
más que traté de resistirme a la idea, también sabía que yo encajaba con él. Su
forma de ser me atrajo muchísimo: su aroma, su voz, su cuerpo, su mirada, todo
me volvía loca, todo me gustaba, todo en él era perfecto.
Sabía que enamorarme
del chico era un riesgo, pero decidí tomarlo, muchas veces dudaba de mi
capacidad para poder hacerlo funcionar, y muchas veces quise rendirme. Siempre
que no estábamos juntos tenía la sensación de que eso no era verdad y que él no
existía. Hasta que decidí dejarme caer en sus brazos por completo y fue ahí donde
ese chico malo que nunca jamás me haría daño, tomo la oportunidad de tenerme
por completo y se transformó.
Ese chico se convirtió
en un monstruo, el chico malo que me había salvado ya no estaba más ahí, ahora
era un ser verdaderamente malo, me enterró sus garras en las entrañas, me quito
la ropa, me dejo asfixiada, hasta que logro comerse mi corazón y después mi cerebro
cada pedazo lo devoro, dejándome en la obscuridad, tirada, medio muerta,
desesperada, sangrando y lejos de casa.
Fue cuando comprendí
que siempre había estado esa parte de él ahí, siempre existió solamente que yo
no la conocía, ese lado obscuro de él jamás me mostró antes, el efecto de enamoramiento
se le paso en el momento en el que yo me entregue toda a este ser y fue cuando
aprovecho para convenirse de nuevo en lo que siempre había sido, un monstruo.